Renaud está de paso por el sur de Francia y decide ir a descubrir un lugar de cruising que sabe que es muy popular. Se esconde entre los árboles y empieza a masturbarse. No muy lejos, Loan lo ve y se le acerca. En su hábitat natural, comienza el ritual de apareamiento gay: Loan le mira a los ojos y luego se queda mirando su aparato. Renaud le devuelve la mirada para indicarle que puede acercarse sin miedo. Loan se acerca a Renaud y agarra al monstruo de 20 cm, al que empieza a masturbar. Los dos chicos se besan rápidamente y Loan se encuentra con la polla de Renaud en la boca. Como se trata de un lugar muy frecuentado, pronto se les une T. Bow, que ha venido a masturbarse. Enseguida, saca su polla y se la da a Loan. Loan chupa a los dos tíos de una polla a la otra y luego es el turno de Renaud de ocuparse de sus dos compañeros improvisados. Hambriento, mueve sus deliciosos labios arriba y abajo por el tronco de T. Bow y de Loan que, aunque pasivo, no puede resistirse a la boca experta del sodomita. Entonces, para deleite de Loan, T. Bow empieza a follarle. Contra un árbol, hunde su gran polla en el agujerito apretado de la putilla pasiva… Renaud observa el espectáculo caliente que se desarrolla ante sus ojos y ¡le encanta! Las embestidas pélvicas del viril semental son a la vez potentes y profundas, haciendo gemir cada vez más fuerte a Loan. Mientras tanto, Renaud deposita suaves besos en los carnosos labios de Loan. Luego le toca a él disfrutar del cómodo culito de Loan. Excitado por la sesión de felación, no le da descanso y se lo folla con . Finalmente, los dos hombres activos se masturban, se corren y dejan a Loan solo.
En este documental seguimos a Renaud y Mathai, dos chicos malos del sur de Francia. Mientras pasan el rato en las colinas, cerca de Montpellier, ven pasar a un guapo. Inmediatamente comienzan a seguirlo. Al sentirse amenazado, el chico camina más rápido y se refugia en un pasaje subterráneo. Se siente momentáneamente aliviado, pensando que ha conseguido librarse de los chicos malos y que ya está a salvo. Pero, de repente, aparecen, cada uno en un extremo del pasadizo.