A veces basta con mirarse a los ojos en una estación de metro, pedir un cigarrillo como excusa para iniciar una conversación y rápidamente uno acaba siguiendo a un desconocido hasta su casa. Estos dos tíos ni siquiera esperan a entrar en el piso para empezar a darse besos con lengua y, una vez dentro, follan sin más, dejando de lado las conversaciones triviales.