Contratar a trabajadores jóvenes tiene sus ventajas. Puedes pedirles que trabajen muchas horas, rara vez se cansan y son más baratos que los mayores con experiencia. El problema es que, una vez que el jefe se va, los jóvenes trabajadores sin supervisión empiezan a hacer el tonto, a revolcarse por el suelo, a luchar, a agarrarse la polla unos a otros y... a follar.