Una vez a la semana, cuando su mujer está en el gimnasio, este treintañero casado va a ver a su vecino gay para entregarse a su polla. Es su secreto. Y el vecino saborea cada cita, porque este tipo es un auténtico adorador de pollas. No llega a chuparla muy a menudo porque no lo asume, pero cuando lo hace, ¡se entrega a tope! Está absolutamente guapísimo a cuatro patas mientras ofrece su culo para una mamada despiadada. Su mujer no sabe que esta casada con uno de los mejores agujeros de polla del mundo.